Nos movemos en un mundo hipertransparente en el que las vulnerabilidades medioambientales y sociales -y, a veces, las convulsiones- pueden dañar rápidamente la reputación de las empresas, así como sus resultados. Los consumidores y los inversores se inclinan cada vez más por empresas y marcas que son totalmente transparentes en sus prácticas empresariales y tienen claros sus valores éticos.
Con un mayor escrutinio, las empresas se enfrentan a una letanía de desafíos por parte de los accionistas, los gobiernos y el público en relación con su enfoque de la gobernanza ambiental, social y corporativa (ESG). A medida que evoluciona este panorama, 2025 marcará el comienzo de nuevos requisitos para las empresas internacionales que operan en la UE y su cumplimiento de la Directiva de la UE sobre informes de sostenibilidad corporativa (CSRD), que entrará en vigor a finales de 2024 y tendrá un impacto significativo en las operaciones comerciales internacionales y las relaciones con las partes interesadas. La Directiva promueve la transparencia y la rendición de cuentas al exigir a las empresas que divulguen sus resultados medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG).
Al cumplir la Directiva, las empresas pueden alinear sus prácticas de información con las normas europeas, fomentando la confianza y la credibilidad ante los reguladores, los inversores y los consumidores de la UE. Además, el cumplimiento de estas normas permite a las empresas abordar de forma proactiva los riesgos y oportunidades ASG, mejorando sus estrategias de sostenibilidad a largo plazo y su acceso a los mercados internacionales. En última instancia, la adopción de la Directiva de la UE sobre informes de sostenibilidad empresarial no sólo garantiza el cumplimiento de la normativa, sino que también refuerza la ventaja competitiva de las empresas estadounidenses en el cambiante panorama de las prácticas empresariales sostenibles.